01 mayo 2013

Oro parece...


En la primavera de 1928 una pareja parisina, Pierre y Emile Saboya, se puso en contacto con el arquitecto suizo Le Corbusier para encargarle la construcción una casa. La parcela en cuestión se situaba en medio de un terreno boscoso, dominando el Sena, en Poissy, cerca de París  Le Corbusier tenía 41 años, y ya comenzaba a ser conocido por sus opiniones categóricas y provocativas.

Villa Saboya en construcción

Le Corbusier entendía que la vivienda del futuro debía ser austera y limpia, ordenada y sobria. Mostraba un profundo rechazo a la decoración. En su opinión colocar una estatua clásica sobre una casa era tan absurdo como hacerlo sobre un avión, y continuando con el símil pensaba que si la función de un avión es volar, la de una casa debería ser la de ofrecer abrigo contra el calor, el frío o la lluvia. Ser un receptáculo de luz y sol. Para él la verdadera arquitectura era la motivada por la búsqueda de la eficacia, y estaba más cerca de ese concepto una turbina eléctrica de 40000kw que la arquitectura de su época. La "maquina de habitar"

Interiores sobrios y estética de la "maquina de habitar"

En contra de las pretensiones iniciales de los Saboya y aduciendo razones técnicas y económicas, el arquitecto suizo les convenció de realizar una cubierta plana en la que disfrutar de un espacio soleado pero privativo. Una audacia técnica poco habitual en la época. Sólo una semana después de la mudanza, una fuga de agua apareció en el cuarto de Roger, el hijo de los Saboya. La fuga era de tal importancia que el joven contrajo una infección pulmonar que posteriormente se agravo en forma de pulmonía, y le hizo pasar un año de convalecencia en Chamonix.
Cinco años después de finalizada, la señora Saboya escribía al maestro suizo: “llueve en la entrada, llueve en la rampa y el muro del garaje está totalmente empapado. Por otro lado llueve permanentemente en mi cuarto de baño, que se inunda cada vez que hay tormenta. El agua pasa por la ventana del techo” 
Le Corbusier promete que el problema será arreglado sin demora, y aprovecha para recordarle con regodeo el éxito de crítica internacional que su casa había cosechado.

Patio-terraza interior

En 1937 la señora Saboya escribe en otra carta “después de numerosas reclamaciones, ha acabado reconociendo que esta vivienda construida por usted en 1929 no es habitable. Es su responsabilidad la que esta comprometida, y no tengo intención de hacerme cargo de los gastos de adecuación. Proceda de urgencia a hacerla habitable. Confío en que no tendré que acudir a medios legales…” La Segunda guerra mundial hizo que los Saboya dejaran precipitadamente su casa y abandonasen su polémica con Le Corbusier. 
Se trata de uno de los hitos del Movimiento Moderno. Su aportación en el desarrollo de la arquitectura contemporánea esta fuera de discusión. Pero no es oro todo lo que reluce. Ni para el maestro de maestros.

a mateos

1 comentario:

  1. Hola, este post me hace recordar aquello de que Edison descubrió 150 formas de cómo no se hace una bombilla... Estoy segura de que Le Corbusier llegó a construir verdaderas obras de arquitectura.

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